jueves, 27 de octubre de 2016

Los aportes culturales de las instituciones coloniales

La arquitectura es el arte de proyectar, construir y ornamentar edificios para satisfacer una necesidad estética. El arte responde aun estilo que establece procedimientos formales para el artista realiza su obra. Este estilo no puede estar sujeto a normas inmutables ni encasillarse dentro de una codificación rigurosa. Constituye una creación individual o de un grupo, vinculado con su pensamiento. 
Cuando los caracteres estéticos son reconocidos, trascienden las fronteras y se incorporan en el patrimonio cultural de otros pueblos,  poniendo de manifiesto su modo de ser y su modo de vivir.
Los estilos Hispanoamericanos estaban vinculados con la España. Las manifestaciones estilísticas más empleadas en el Nuevo Mundo fueron el barroco y el renacimiento italiano. Estos elementos sumados al aporte  indígena, permitieron el surgimiento de la arquitectura hispanoamericana o colonial.

El arte arquitectónico en España.

Durante la conquista y colonización, el arte arquitectónico en España había alcanzado la madurez.
La arquitectura mudéjar, se origino por la convivencia entre cristianos y musulmanes en territorio español, hacia el siglo XII  alcanzando su esplendor en el siglo XV. Predominaban los elementos árabes, a pesar de constituir un arte español las columnas delgadas, los arcos, la bóveda y la cúpula, etc. 
Hacia el siglo XIII se inició el estilo románico, que se aplico a la construcción de iglesias.
Los principales problemas de la arquitectura románica como la iluminación abundante de las naves y el equilibrio de las bóvedas, los soluciono la arquitectura gótica que se inició en España hacia el siglo XIII. Se caracteriza por el arco quebrado en forma do ojiva, muros delgados y amplios ventanales.
La arquitectura del renacimiento, se inicia en España, al iniciarse el gótico flamígero, con elementos del mudéjar; surge así el estilo isabelino, que se desarrollo durante el reinado de los Reyes Católicos.
En la segunda mitad de el siglo XVI aparece el estilo clásico puro, que imitó las formas romanas, nombrado en España como herreriano.
Este estilo fue sólo un simple tránsito hacia la arquitectura barroca. El barroco fue el estilo que más se transplantó a los dominios de América, particularmente en México y Perú. A partir del siglo XVIII el barroco da paso al neoclásico, que volvió a imponer mesura en la ornamentación.

El estilo colonial.
El Renacimiento había proporcionado una técnica y estilo propios, pero en el transcurso del siglo XVII esta simplicidad de las formas clásicas se complicó, al predominar el elemento decorativo sobre el constructivo, la línea curva sobre la recta. Surgió un estilo rebuscado, con profusión de detalles decorativos, que recibió el nombre de barroco.

Caracteres de nuestra arquitectura colonial.
A la llegada de los españoles, los aborígenes no se destacaron y, poco pudieron ofrecer en materia constructiva, además el lento proceso de gestación arquitectónico se debieron a razones económicas y sociales.
El monopolio comercial dejó consecuencias visibles en materia arquitectónica, siendo el barroco el estilo predominante.
La arquitectura colonial de nuestro país presenta tres caracteres que la definen: 

a) Sencillez y espontaneidad. 
Construcciones primitivas y simples, producto de operarios inexpertos y falta de herramientas y materiales adecuados.
b) Barroquismo. 
No alcanzó la suntuosidad de las construcciones levantadas en México y Perú.
c) Clasicismo.
 Inspirado en las líneas del renacimiento italiano del siglo XVI. Respondió a una necesidad del medio social, más que a una tradición. Los edificios fueron obras de contenido estético propio, a veces con cierta imagen de pesadez que estaba de acuerdo con el gusto de la época. No hubo lujos en las formas ni excesos decorativos sino líneas sencillas y elegantes en sobriedad y nobleza.

Los periodos en la historia de la literatura argentina.
Aunque en el aspecto militar y político, el 25 de mayo de 1810 representa en nuestra historia un meridiano cronológico entre épocas diferentes, pues marca el fin de la dominación española y el comienzo del período patrio, lo acontecido aquella memorable semana nada significó en materia de cambios a nuevas orientaciones literarias.
Ricardo Rojas consideró un período Colonial, desde la conquista hasta el año 1820 que subdividió en: los Orígenes (siglo XVI); la Inclinación, desde la apertura de la universidad de Córdoba (1613) hasta la expulsión de los jesuitas (1767) y la Revolución, hasta el término de la generación de mayo (1820).
Luego un segundo período que llamó la Proscripción, desde los caudillos (1820) hasta la derrota de Rosas en 1852. El tercer período denominado la Organización, abarca desde el Congreso Constituyente de 1853 hasta el año 1880, en que el Congreso reunido en Belgrano sanciona la ley que declara a Buenos Aires capital de la República. Por último, la Actualidad, desde esa época hasta el movimiento literario contemporáneo.
También hay otras divisiones realizadas por los estudiosos de hoy en día, los cuales distinguen tres grandes épocas: formación de los géneros (1853-1880), desarrollo (1880-1940) y el periodo contemporáneo (1940 hasta la actualidad).

Caracteres de nuestra literatura colonial.
Uno de los caracteres es la influencia de: el Renacimiento, el Barroco y el Neoclasicismo.
Nuestra literatura colonial, que abarca un extenso lapso comprendido desde el siglo XVI hasta comienzos del siglo XIX, debe considerarse un derivación menor de la española, sujeta a la influencia de los movimientos culturales y de las ideas estéticas que por aquella época cultivaban los estudiosos peninsulares. De tal manera, el Renacimiento y su ideal grecolatino, más tarde el Barroco y finalmente el Neoclasicismo, todos ellos se hicieron presentes, aunque en forma muy relativa, en nuestra actividad literaria en tiempos de la dominación hispánica y en las dos décadas posteriores del periodo patrio.

Aspectos de la literatura colonial.
Los comienzos de nuestra literatura reflejan los diversos aspectos de la conquista y colonización del territorio del Río de la Plata.
La conquista iniciada en el año 1536 con la fundación de Buenos Aires, fue un fracaso en cuanto al logro de objetivos materiales. Despoblado el villorrio, los españoles se concentraron al norte, en la Asunción. El arribo de las empresas de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca y Ortíz de Zarate determinó la división de los pobladores en dos grupos antagónicos. Los que habían llegado con Mendoza, denominados antiguas nuclearon en torno al caudillo Domingo de Irala y enfrentaron a los otros, llamados los nuevos.
La literatura en aquella época dejó constancia de la tenacidad de esos hombre, protagonistas de una empresa incierta, en un medio desconocido en busca de riquezas que no hallaron.
Un paso en el avance de nuestra literatura colonial lo marca la llegada de viajeros que redactaron memorias descriptivas, que fueron de utilidad para obtener datos sobre la geografía, el ambiente, la sociedad y diversos aspectos de la vida entre los siglos XVI y XVIII.
La conquista espiritual emprendida por las órdenes religiosas, enriqueció la literatura con gran cantidad de obras producto de la labor de sacerdotes entregados a una intensa tarea intelectual. Los trabajos comprenden una gran cantidad de materias, unos describen accidentes geográficos, la flora y la fauna rioplatense, otros estudian la historia y variados aspectos científicos.
En nuestra literatura colonial también se produce el surgimiento del género teatral, con obras del repertorio español.
Finalmente en los últimos años de la dominación hispánica, la lucha contra los ingleses en 1806 y 1807 y la victoria alcanzada, inspiraron gran cantidad de obras literarias, agrupadas bajo el titulo Cancionero de las invasiones

Los historiadores jesuitas.
Los miembros de la Compañía de Jesús ocupan un lugar estacado dentro de nuestra evolución histográfica, entre los siglos XVII y XVIII realizaron el mayor aporte al estudio de la historia de nuestro país, en el periodo hispánico. Estos religiosos contaron desde un principio con sus propios cronistas encargados de redactar las Cartas Anuas, o extensa información que cada año era elevada por los padre provinciales al general de la Orden, sobre diversos aspectos de las misiones ubicadas en esta parte de América. En su constante búsqueda de documentos oficiales y privados, estos cronistas también se ocuparon de la historia civil y en esta forma, sentaron las bases de eruditos estudios posteriores.
Jesuitas tales como Nicolás de Techo, Francisco Javier de Charlevoix, Pedro Lozano, fueron jesuitas que publicaron grandes relatos de los cuales algunos fueron traducidos en varios idiomas como: alemán, castellano, inglés, latín. Además de las obras que tienen existencia en el presente hay otras que se perdieron como: los seis tomos del Diccionario Histórico Indico relatado por Pedro Lozano.

Literatura en épocas del virreinato.
La literatura porteña no se inicia hasta promediar el siglo XVIII, en épocas cercanas al establecimiento del virreinato del Río de la Plata con sede en la ciudad de Buenos Aires. De acuerdo con las constancias documentales en el año 1747 y con motivo del juramento de fidelidad a l nuevo monarca Fernando VI, se representó en la mencionada ciudad, una loa o poema breve, cuyo autor se desconoce. 
La instalación en Buenos Aires de la Imprenta de los Niños Expósitos dio impulso a la labor literaria. Este taller imprimió en 1801 el periódico " Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Histográfico del Río de la Plata".

Independencia Efimera

Se conoce como Independencia efímera al período de la historia de la República Dominicana que transcurre entre la proclamación del Estado Independiente del Haití Español el 1 de diciembre de 1821 y su anexión a la República de Haití el 9 de febrero de 1822 debido a una ocupación del ejército haitiano encabezado por Jean Pierre Boyer. La denominación "efímera" se debe precisamente al corto espacio de tiempo durante el cual se mantuvo la independencia, apenas dos meses y ocho días.
Fue proclamada por un sector de la pequeña burguesía urbana, liderada por el político y académico José Núñez de Cáceres, quien creía en la anexión a la Gran Colombia de Simón Bolívar.
Desde 1809, la entonces colonia española de Santo Domingo, sufría una gran crisis económica. A este período se le conoce como España Boba, pues la metrópoli no podía atender a su colonia por los problemas que atravesaba (invasión napoleónicamovimientos independentistas en toda Hispanoamérica). A estos hechos se le sumaban el agotamiento de las riquezas de Santo Domingo y el poco estímulo para la producción de otros bienes y la actividad de corsarios que en nombre de los grancolombianos atacaban a las naves peninsulares en todo el Mar Caribe.2
Ante esto se había ordenado la movilización de las tropas de la colonia pero como no se les había pagado el sueldo estas estaban cerca del motín.2 Había rumores de que algunos criollos influyentes planeaban declarar a independencia derrocando al gobierno colonial sobre todo después de que agentes de Caracas habían hecho llegar una carta animando a los nativos a la insurrección.3
Ante esta situación de crisis económica, se produce de inmediato un gran descontento en toda la población de la colonia, por lo que de inmediato el escritor criollo José Núñez de Cáceres forma un grupo para conspirar contra esta situación y lograr la independencia del país de España.
El grupo conspirador pronto se dividió en dos tendencias:4 un grupo era favorable a la anexión con Haití, país cuyo presidente, Boyer, había empezado a preparar su ejército para invadir la Santo Domingo además de buscar el apoyo de los negros y mulatos que vivían en la parte occidental de la colonia española; su objetivo era unificar la isla para defenderse mejor de cualquier intento francés de recuperar su colonia. El otro grupo lo componían aquellos favorables a la anexión a la Gran Colombia presidida por el libertador Simón Bolívar.
En la primavera de 1821 un grupo de conspiradores intentaron un golpe de estado con la esperanza de que Bolívar les había garantizado su apoyo armado pero la previsiones militares del gobernador, brigadier Sebastián Kindelán y O´Regan, los hicieron fracasar.1 Sorprendentemente Kindelán no tomo medidas más duras contra Núñez, quién pudo demandar al capitán Manuel Martínez, delator del movimiento, por injurias y calumnias. Al poco tiempo Kindelán fue reemplazado y su sucesor, asumiendo como verdaderas las acusaciones contra Núñez, no tenía el poder militar para enfrentar a los aristócratas locales por lo que no le quedó otra que vigilarlos e intentar ganar el apoyo del coronel Pablo Alí, comandante del batallón de mulatos.1 Sin embargo, Alí a pesar de mostrarse colaborador con el nuevo gobernador ya había jurado lealtad junto a la mayoría de los oficiales a los conspiradores.
Para mediados de noviembre de 1821, surge un nuevo movimiento en las zonas fronterizas con Haití, con el propósito de derrocar al Capitán General, que gobernaba Santo Domingo en nombre del Rey de España, y de incorporar la colonia española al territorio haitiano. El 8 de noviembre el comandante Andrés Amarante declaró la independencia en el poblado fronterizo de Veler y quince días después el movimiento se extendió a Dajabón y Montecristi, donde sus dirigentes solicitaron a Boyes su intervención.5 Este movimiento, desde sus inicios estuvo integrado por la clase media y pobre de la colonia, así como pequeños comerciantes, mulatos propietarios y algunos sectores importantes de los hateros.
El movimiento pudo extenderse hacia otras poblaciones de la región sur y Cibao, también algunas personas de todas las clases sociales se unieron, por lo que el proyecto de Núñez de Cáceres quedó aislado. Por esta razón, Núñez de Cáceres se vio obligado a apresurar el golpe de Estado al gobernador colonial, el brigadier Pascual Real, que había llegado en mayo de 1821.1

Declaración de independencia

El 30 de noviembre Alí y sus hombres apresaron a Real y pasaron a controlar la capital, al día siguiente Núñez de Cáceres termina proclamando el nuevo estado bajo el nombre de Estado Independiente del Haití Español. La noticia de inmediato fue conocida en España y Núñez temió grandes represalias, no solo en España sino también en Haití y los dirigentes del movimiento fronterizo, dejando sin apoyo al nuevo Estado. De hecho en Santiago de los Caballeros la Junta Central Provisoria rechazó los actos de Núñez y le pidió a Boyer su intervención.5
Debido a esto, Núñez de Cáceres se vio obligado a buscar ayuda de otros países para defender la reciente nación de Haití Español; Núñez buscó la ayuda de Simón Bolívar, pero este no estaba presente y el vicepresidente José Antonio Páez no aceptó, debido a que se encontraba Bolívar combatiendo en Ecuador, los grancolombianos no estaban en condiciones de emprender una empresa bélica de tal envergadura6 y por qué no podía traicionar al gobierno haitiano, ya que este le ayudó durante su exilio en este país. Núñez recibió una carta del presidente haitiano Jean Pierre Boyer el 11 de enero de 1822, donde le comunicaba su interés y la importancia de la unificación de los dos pueblos, convirtiéndola en un solo Estado.5 A inicios de ese mes Boyer recibió la autorización del Congreso haitiano de defender la independencia y la unificación de la isla.6 Para defenderse Núñez y sus aliados tenían muy pocos soldados, mal armados y entrenados.6
Núñez de Cáceres al no recibir el suficiente apoyo de los sectores más importante de Santo Domingo, se vio en la obligación de ponerse bajo la protección de las leyes de la República de Haití. Por lo que el 9 de febrero, el presidente Boyer cruzó la frontera con 12.000 hombres y toma posesión de Santo Domingo, iniciándose así el periodo de la unificación de la isla de Santo Domingo que duraría veintidós años.

La Guerra de la Reconquista

La guerra por el restablecimiento español en Santo Domingo, más conocida como la Guerra de la Reconquista se libró entre el 7 de noviembre de 1808 y el 9 de julio de 1809. En 1808, tras la invasión napoleónica de España, los criollos de Santo Domingo se rebelaron contra el dominio francés.
La ciudad de Buenos Aires fue ocupada por tropas al mando del militar británico William Beresford el 27 de junio de 1806. Con poca capacidad de defensa por parte de las autoridades virreinales españolas, los ingleses ocuparon rapìdamente la ciudad e izaron su bandera en el fuerte, núcleo del poder del Virreinato. Los comerciantes fueron los primeros que se organizaron para reconquistar la ciudad, el liderazgo recayó sobre el Capitán de Fragata Santiago de Liniers, quien desde la Provincia Oriental (hoy Uruguay) consiguió reunir una cantidad considerable de hombres, en su gran mayoría gauchos, derrotaron a los invasores ingleses expulsándolos del territorio argentino y establecieron nuevamente la soberanía colonial española.
Esto sucedió en 1806, en lo que hoy es la República de Argentina, dos años después (1808) se repite la historia en Santo Domingo español, donde los dominicanos se pusieron de acuerdo para desalojar a los franceses del territorio que por más de tres siglos, antes de la firma del Tratado de Basilea, había sido una colonia española. Debido a la profundidad de estas raíces hispanas, despierta en ellos un comprensible sentimiento español que los obliga a luchar contra la ocupación francesa.
La discriminación racial que existía en Santo Domingo en esa etapa era casi inexistente, si la comparamos con el tipo de esclavitud y el racismo que imperaba en todas las demás colonias españolas, por esta circunstancia los verdaderos protagonistas de la lucha por la reconquista española en Santo Domingo fueron los criollos, cuya gran mayoría eran mulatos como en la actualidad. Los mulatos constituían la composición social de Santo Domingo, pero con un sentimiento hispanista para la época que tenía sus razones lógicas, una de ellas era que luchaban por recuperar su identidad que aunque tenía su influencia africana, pero estaban conscientes de que ésta era compartida con la nación española. Moreu de Saint Mery, un conocido escritor francés nacido en Martinica, escribió una obra interesante en 1791, donde se refiere ampliamente al tipo de sociedad que existía en Santo Domingo en ese entonces, y comenta que: "Los prejuicios de color, tan poderosos en otras naciones, donde se ha establecido una barrera entre los blancos o sus descendientes, casi no existen en la parte española (...) Resulta de esta oponión un favor que se extiende necesariamente a los esclavos. Estos son alimentados necesariamente como sus amos, y tratado con una dulzura desconocida en los pueblos que poseen colonias". El oficial francés Gilbert Guillermín, es autor de una interesante obra, cuyo título es Diario Histórico, sobre los acontecimientos que tuvieron lugar en Santo Domingo, en la pág. 273 dice lo siguiente: "La fuerza de su ejército (refiriéndose a Juan Sánchez Ramírez) consistía en mulatos y negros", son dos muestras elocuentes, de que fueron los dominicanos quienes lucharon por derrotar a los franceses, para reconquistar sus raíces.

Intolerancia Religiosa

En el mes de diciembre del año 1803 Juan Sánchez Ramírez, nativo de La Mejorada Villa del Cotuí, había salido con su familia a la isla de Puerto Rico, cuando estuvo por allá imploró la vía reservada la protección Real que se le había ofrecido a través del Tratado de Basilea, lo que nunca tuvo efecto, como la de casi todos los emigrados de Santo Domingo a distintos puntos de América. Consumiendo todos lo que había llevado permaneció cuatro años, hasta que decidió volver a Santo Domingo en junio de 1807, desembarcando por el puerto de Macao y asentándose en terreno de su propiedad. Los franceses se dieron cuenta de su llegada y trataron de emplearlo como Comandante de Armas en su villa natal, pero dice Sánchez Ramírez en su Diario de la Reconquista (pág. 3) que se excusó como pudo ante los franceses, pues ya tenía algo en la mente para enfrentar lo que él y todos los dominicanos consideraban una odiosa ocupación extranjera.
El 2 de mayo de 1808 decidió llegar al pueblo de Sabana de la Mar y allí supo la noticia de que Napoleón había prácticamente secuestrado a Fernando Séptimo y que José Bonaparte hermano de Napoleón iba gobernar la península. Dice Juan Sánchez Ramírez (pág. 4) que desde ese momento no pudo sacudir de interior la idea de la guerra contra los franceses aquí en Santo Domingo, y casi de inmediato inició los preparativos para llevar a cabo una rebelión, porque se había enterado más adelante que España le había declarado la guerra a Francia. Sánchez Ramírez viajó por diferentes pueblos de Santo Domingo, y todos le dieron su apoyo para combatir a su lado y recuperar la nación dominicana, la cual se había perdido con la ocupación francesa.

Debilidad de Ferrand

Aprovechando un pequeño buque llegado de Puerto Rico, capitaneado por José Moreno, quien había emigrado de esta isla, Sánchez Ramírez envió al gobernador Toribio Montes, una carta donde informaba los pormenores de sus actividades contra los franceses en Santo Domingo sobre la necesidad de auxilios. Ignoraba el Brigadier que ya Toribio Montes había facilitado ayuda para que se iniciaran las hostilidades contra el gobierno colonial de la isla antiguamente española, Cristóbal Huber Franco y Salvador Felix, fueron escogidos por el gobernador de Puerto Rico para que vinieran hacerles la guerra a los franceses. El primero de ellos nunca había estado en Santo Domingo, era natural de Madrid, España, vecino de Puerto Rico (Doc. 167, apéndice del Diario de la Reconquista pág. 348), llegó aquí luego de ser motivado por Montes, el gobernador aprovechando sus ambiciones, porque aspiraba a convertirse en virrey del Perú, ofreciéndole entonces a Huber para que viniera Santo Domingo la secretaría del ansiado virreinato y un jamón, el jamón era en ese entonces lo que conocemos hoy como "botella" (J.S.R. Diario de la Reconquista Pág. 23). Como hemos podido comprobar, Cristóbal Huber Franco, no tenía más ideales que llegar aquí con el objetivo de ayudar a los nativos de Santo Domingo a recuperar la antigua colonia española de manos de los franceses a cambio de la prebenda que le ofrecía el gobernador de Puerto Rico Toribio Montes y nunca cambió de parecer y mucho menos para luchar por independizar la parte oriental de Santo Domingo como de manera mentirosa se ha divulgado, porque sólo llegó a defender los intereses de la Monarquía Española. en cuanto a Salvador Félix, llegó junto a Huber el 23 de septiembre de 1808, desembarcando por el Puerto sureño de Alejandro, para iniciar la rebelión en aras de la reconquista a favor de España, en ningún momento se ligó a ningún movimiento que tuviera que ver con independizar a Santo Domingo. El más sonado de estos tres personajes es Ciriaco Ramírez, natural de Cádiz, España, vivía en la ciudad de Azua y se incorporó a la lucha antifrancesa motivado por Huber y Félix, quienes le convencieron enseñándole documentos firmados por el gobernador de Puerto Rico . autorizando a ambos llevar a cabo la insurrección. Ciriaco tampoco, en ningún momento de su vida tuvo inclinación por independizar a Santo Domingo, interés independentista que solamente sale de las plumas falaces de los historiadores de izquierda de nuestro país, en su interpretación materialista de la historia.

Otras Causas

El escritor dominicano Manuel Arturo Peña Batlle, en su obra (Ensayos Históricos, pág. 50) revela que la reacción que produjo entre los dominicanos la noticia de que la isla de Santo Domingo había sido cedida a Francia, está contenida en una carta dirigida por el Arzobispo de la ciudad Fray Fernando de Portillo y Torres, al erudito español Eugenio de Llaguno, exponiendo lo siguiente:"Con la noticia y publicación de la muy acertada cesión de esta isla que se publicó el 17 del corriente, aunque acompañada de la muy plausible noticia de una paces tan gloriosas, se consternó este pueblo, si el común de estas gentes fuera de un ánimo tan vigoroso y resuelto como lo de España, me habían hecho temer una sedición; pero me pareció conveniente permitirles algunas horas de desahogo a su pasión patriótica, por ciega y entusiasmada podría arrollar con exhorbitancia los medios que opusiera la más exquisita política, especialmente cuando a la vista de muchos el día de la publicación cayó muerta en medio de la calle una mujer exclamando Isla mía! patria mía! El nombre de esa mujer era Tomasa Cruz, era mulata igual que todos los dominicanos que salieron a las calles a defender su raíces españolas, y esta fue la principal causa de la reconquista.
=Desarrollo del Conflicto-
En junio de 1808, Sánchez Ramírez se encontraba en El Obero en el trabajo de corte de madera de su propiedad en el Macao, allí se entrevistó con Manuel Carvajal su socio en el negocio de madera, conversaron sobre la noticia de la guerra en España contra los franceses y fue cuando se propusieron buscar ayuda en Puerto Rico para lograr la restauración de Santo Domingo a favor de Fernando VII. El día 13 de agosto llegó a La Mejorada Villa del Cotuy, su pueblo natal, donde se habían juntado los vecinos para la publicación de una proclama del general Ferrand, convenció a los cotuisanos hablándoles de la perfidia del emperador de los franceses y les dijo que era indispensable que se pusieran de acuerdo para sacudir el yugo del tirano, fue así como los hombres del Cotuy le ofrecieron estar pronto a su aviso para iniciar la rebelión. Juan Sánchez Ramírez pasó por La Vega donde se entrevistó con gran número de veganos entre ellos Agustín Franco, el 17 de agosto llegó a Santiago de los Caballeros, luego a Puerto Plata, allí hizo contacto con Miguel Pérez, con el párroco Vicente de Luna y el Comandante de Dragones Marcos Torres. Más tarde, el primero de septiembre llegó a la ciudad de Bayaguana, se entrevistó con el cura del lugar José Moreno, quien influyó bastante en el pueblo y el Comandante de Armas a fin de reunir la mayor cantidad de hombres a favor de la reconquista, hasta que el día cuatro (4) llegó a la ciudad del Seibo donde dio inicio a los preparativos a fin de iniciar un enfrentamiento contra las tropas de Ferrand.
Antes de que se inciera el enfrentamiento entre las tropas francesas comandadas por Ferrand y los dominicanos por Juan Sánchez Ramírez, se había iniciado la sublevación anti-francesa en el Sur, la cual estaba dirigida por Ciriaco Ramírez, Cristóbal Huber y Salvador Féliz. Ciriaco Ramírez le declaró 3a guerra a Ferrand el 5 de octubre del 1808, se enfrentó con su gente a un batallón del ejército francés comandado por el coronel Aussenac quien había sido enviado por Ferrand a sofocar esta rebelión. Gilbert Guillermín en ibro:Diario Histórico (pág.40) Dice que el Coronel Aussenac salió el díez de octubre en la mañana a atacar a los insurrectos del Sur con la compañías de dragones de Baní y de San Juan, así como ochenta hombres de las tropas de línia, revela que el doce llegaron a orilla del Yaquecillo, donde los revoltosos en número de doscientos hombres, ocupaban una posición sumamente ventajosa, sobre un cerro escarpado, erizado de tunas y guazábaras llamado Malpaso. Dice que el Coronel dispuso inmediatamente atacar al enemigo, a pesar de la fatiga que acaban de experimentar las tropas durante el viaje de veinte legua. Continúa Guillermín en su obra antes señalada, que las tropas francesas subían la montaña al compás de los tambores, pero tenían que detenerse por los obstáculos de la naturaleza y las nutridas descargas del enemigo atrincherado detrás de las rocas, expresa que después de haber visto caer al teniente Pointe, los franceses decidieron retirarse para llegar al pueblo de Azua en busca de víveres para sus tropas que estaba cansadas y hambrientas y luego volver atrás de los dominicanos comandados por Ciriaco Ramírez y Huber Franco, los cuales se sentían triunfadores porque habían ganados supuestamente una gran batalla. En la página 48 de la obra de Guillermín, éste se refiere al combate de Sabana Mula y dice lo siguiente: Los revoltosos reunidos en número de quinientos hombres, en los campos de Sabana Mula, dice Guillermín que se creían de tal modo invencibles. Revela que el coronel Aussenac, partió el 23 de octubre a las dos de la madrugada, a la cabeza de ciento cincuenta hombres de infantería, que a las seis ya estaban cerca del enemigo, el tiroteo comenzó por una y otra parte y en veinte minutos los revoltosos emprendieron la fuga dejando seis muertos en el campo de batalla, llevádose un gran número de heridos. En conclusión, el combate de Malpaso fue una victoria pírrica para Ciriaco Ramírez y su hombres, mientras que el de Sabana Mula, de acuerdo, a Guillermín en su libro y el mismo Delafosse, resultó una derrota contundente para Ciriaco Ramírez, quien sólo buscaba recuperar a Santo Domingo de los franceses para devolverlo como colonia de su país de origen que era España; sí Ciriaco o Huber hubieran manifestado algún sentimiento independentista cuando combatieron contra los franceses, estos dos autores franceses lo hubieran revelado, pero nunca vieron esa disposición sobre todo de parte de Ciriaco quien siempre defendió sus raíces españolas y su monarquía.
-Batalla de Palo Hincado-
En los primeros días del mes de noviembre de 1808, Juan Sánchez Ramírez comenzó a organizar a su ejército, preparándose para un eventual enfrentamiento con las tropas del gobierno, recibió de Ferrand una intimación en la cual le prevenía que el siete del corriente entraría en la villa del Seibo. Dice Sánchez Ramírez en su libro, que llegó con sus tropas a Palo Hincado entre las nueve y las diez de la mañana del día siete de noviembre, y que en lo más alto del terreno formó la infantería armada de fusíles, poniéndola al mando del Teniente Francisco Díaz; dice que en un terreno quebrado, a la derecha emboscó como doscientos hombres que no tenían armas de fuego, sino sables y otras armas blancas, al Capitán de Urbano Pedro Reinoso le encargó la emboscada, con un trozo de la caballería armado de sables y lanzas, el Capitán de Dragones Vicente Mercedes cubrió el flanco de la derecha y el Capitán Antonio de Sosa el de la izquierda armados ambos flancos de sables y lanzas, formó una pequeña emboscada de 30 fusileros colocados a una distancia aproximada a la retaguardia del enemigo al mando de Don José de La Rosa, por último, dice Sánchez Ramírez que tomó el mando en Jefe, colocándose en centro del ejército, a su derecha se colocó Manuel Carvajal y a la izquierda Pedro Vásquez. Reveló Juan Sánchez Ramírez, que cuando se colocó delante de su tropa le hizo un pequeño discurso y le dije: "Pena de la vida al que volviere la cara atrás; pena de la vida al tambor que tocare retirada; y pena de la vida al oficial que lo mandare, aunque sea yo mismo". Continúa Juan Sánchez Ramírez relatando que el enemigo ya se acercaba y cuando ya estaba a medio tiro de fusil, se le gritó "quién vive, respondiendo "francés" y con el ademán de iniciar la batalla se rompió el fuego. Dice que no perdió tiempo un trozo de caballería enemiga de cortar por la izquierda mandada por el teniente coronel Monsier Pagais, y por esta razón Sánchez Ramírez corrió a contrarrestarle por aquel punto; dice que la caballería tampoco perdió tiempo y avanzó contra los franceses, expresa que todos lo hicieron con tanta intrepidez y gallardía que entre siete y ocho minutos ya el campo estaba lleno de cadáveres franceses.
-El Sitio de Santo Domingo-
Después de la batalla de Palo Hincado, Sánchez Ramírez partió para Santo Domingo, ciudad que aún conservaba sus murallas, constituyendo éstas una protección formidable, factor insignificante para el pequeño ejército dejado por Ferrand cuando salió a enfrentarse a las tropas de Juan Sánchez Ramírez, ya que con toda seguridad o se rendían o iban a caer aplastados por las huestes vencedoras de Palo Hincado que casi llegaba a la capital de la colonia. No obstante, la llegada del coronel Aussenac desde el Sur, adelantándose a los dominicanos, cambió 'la suerte del pequeño número de franceses atrincherados detrás de los muros de la antigua ciudad primada de América. Este ejército de franceses comandado por Aussenac fue supuestamente derrotado por Ciriaco Ramírez y Hubert Franco en esa región, pero sorprendentemente llegaron intactos a Santo Domingo, otorgándoles una fortaleza casi invulnerable a los soldados de Francia cuyo comandante era el general Dubarquier. Sánchez Ramírez llega el día 15 de noviembre con su gente, Ciriaco y Hubert todavía se encontraban en las montañas del Sur, en vez de bajar con sus tropas y auxiliar a los vencedores de la batalla escenificada en el Este, se establecieron en la ciudad de Azua y de allí envió una comunicación a Sánchez Ramírez, exigiéndole cuenta de sus actividades de manera autoritaria y dándose rangos de generales. Sin embargo, Sánchez Ramírez actuó con prudencia y sólo respondió a estas insolencias, solicitándoles que se integraran a sus tropas para que todos unidos pudieran derrotar al enemigo atrinchera en la ciudad, Ciriaco y Huber se integraron al ejército criollo sitiador, pero mejor que no lo hubiera hecho, continuó su disputa por el mando superior ejercido por Juan Sánchez Ramírez, sus pretensiones eran despojar del mando al héroe de Palo Hincado. Los defensores de hoy de Ciriaco Ramírez, dicen que el buscaba la independencia, pero no existe el más mínimo documento de esa época, que indique que Ciriaco y Huber buscaban independizar a Santo Domingo. Ciriaco Ramírez se encargó de promover una junta para definir en ella quien iba a ser el caudillo mayor de la Reconquista, siempre en defensa de la preservación de la colonia a la monarquía española. Juan Sánchez Ramírez estuvo de acuerdo con la Junta y se convocó por delegación a todos los pueblos del territorio colonial, a pesar de que fue Ciriaco quien promovió la junta, nunca se apersonó a dicha reunión, o sea, brilló por su ausencia, pero en dicha junta nadie enarboló la bandera de la independencia, sólo se trató sobre en mano de quien iba a quedar el mando, por tanto a unanimidad los delegados votaron por Juan Sánchez Ramírez, para que ocupara el cargo de Gobernador político y militar e intendente y Comandante General del Ejército de Santo Domingo.
-El Gobierno de Juan Sánchez Ramírez-
Cuando el Brigadier cotuisano asume el mando como gobernador de la colonia española de Santo Domingo, hizo todo lo que tuvo a su alcance para retornar a la normalidad que desea y exige una población, comenzó una infatigable labor por devolver la estabilidad económica después de haber caído en el peor desastre a consecuencia de la guerra por la reconquista. Envió un emisario ante la Junta de Sevilla, y ésta entre otras cosas, le asignó al retorno de su primera colonia de América, el necesario y esperado Situado. El gobernador llamó también a todos los dominicanos que habían emigrados a Puerto Rico, Cuba, Venezuela y otro lugares de América española, ofreciéndoles el pago del pasaje por cuenta del Estado. Sánchez Ramírez actuando como un gobernante de un país independiente, toma nuevas medidas para despertar la economía, abolieron todas las leyes que ponían traba al comercio y a la producción, se redujeron los diezmos y otros impuestos eclesiásticos. Todos los puertos de la colonias fueron abiertos a los navíos de las naciones amigas de España y se fijó un arancel único de importación de un uno por ciento. A pesar de todo este esfuerzo la crisis seguía, hubo descontento por falta de dinero, fue así como se iniciaron las conspiraciones contra el gobierno de la colonia, la primera de ésta se produce en el 1810, fue la llamada Rebelión de los italianos. Es probable que fuera aquí cuando empezaron a brotar las ideas independentistas, porque los rebeldes por ser extranjeros ya conocían el movimiento que había estallado el 19 de abril de ese año contra España. Esta conspiración estaba encabezada por el capitán Pezzi de origen italiano y quien había estado en las filas francesas, Juan Castaño, venezolano y Juan José un puertorriqueño que también estuvo con los franceses. Los fines de este levantamiento conspirativo aún están confuso, en principio se había dicho que luchaban por la independencia, pero también se sospechaba que trataban de restablecer el régimen francés. Estos señores fueron juzgados de acuerdo a la ley de la época y llevado al patíbulo. Aunque Ciriaco Ramírez y Cristóbal Huber estaban presos en Puerto Rico, fueron implicado en la conspiración, sin embargo, fueron mandados a buscar para un interrogatorio a cada uno, pero ninguno fue cuestionado con relación a la conspiración de los italianos, pero sí para que respondieran con relación al asesinato del teniente Casilla, cuando estaban en los campos del Sur enfrentándose a las tropas francesas de Aussenac. Ahora bien, si Ciriaco Ramírez hubiera estado envuelto en una sublevación con fines independentistas, no aparece en 1814 como oficial de las tropas de Santo Domingo al servicio de la Monarquía española.

Delimitacion de las fronteras entre la colonia Francesa y Española en la isla de Santo Domingo

La frontera en la isla de Santo Domingo entre la parte francesa y la española fue establecida por el Tratado de Aranjuez, firmado en el 1777, en la provincia española del mismo nombre.
El tratado de Aranjuez firmado el 3 de junio de 1777 entre España y Francia estableció las fronteras entre los territorios español y francés en la isla de Santo Domingo, en el mar Caribe.
Este acuerdo fue firmado en Aranjuez (villa de la provincia de Madrid), interviniendo a nombre del Rey de España, José Moñino, Conde de Floridablanca y en representación del Rey de Francia, el Marqués de Ossún.
El Tratado de Aranjuez aseguró a Francia su posesión en Santo Domingo y le sirvió de apoyo para apoderarse más tarde de toda la isla mediante el Tratado de Basilea de 1795 que, aunque no se cumplió cabalmente, puso a Francia jurídicamente como única dueña de la isla.
Los artículos primero y segundo del Tratado de Aranjuez establecían los siguientes límites:
"Procediendo al cumplimiento del referido Tratado, empieza la línea de Demarcación de Límites en la Costa del Norte de esta isla y boca del río Pedernales o Riviere des Anses a Pitre, en cuyas orillas se han colocado las Pirámides que figura en el plano con las inscripciones de France-España, gravadas en piedra, y puestos los números extremos 1; 221: Todos los más se manifiestan claramente en el Plano según su colocación. Se presupone, y entiende por derecha o izquierda de la Línea de la de los comisarios en su marcha, y en los ríos, y arroyos, la de su corriente saliendo de su origen..." (Antonio Del Monte y Tejada: "Historia de Santo Domingo", Tomo III. Tercera Edición, Biblioteca Dominicana; Serie I, vol. III, Ciudad Trujillo, República Dominicana, 1953, pág. 93).
Con la firma de este tratado concluyó la litis legal sobre los límites fronterizos pero no terminaron los problemas de coexistencia de dos colonias tan diferentes como la oriental y la occidental.
Línea fronteriza según Tratado de Aranjuez 1777 
Antecedentes
La ocupación de la parte occidental de la isla de Santo Domingo fue un proceso lento de penetración alentado por Francia desde finales del siglo XVII a través de bucaneros y filibusteros que luchaban contra una España en decadencia que se vio obligada a reconocer jurídicamente, mediante la firma del Tratado de Ryswick, el asentamiento de Francia en la parte Oeste de Santo Domingo, una posesión que en verdad no le pertenecía a Francia.
La ascensión al trono español en 1701 de Felipe V, nieto del monarca francés Luis XIV, trajo como consecuencia que, al estar ligado al trono de Francia, sirviera de forma indirecta a los intereses franceses en América.
La presencia de un monarca francés en el trono de España se tradujo en Santo Domingo en una política de tolerancia hacia los vecinos franceses que desde 1697 argumentaban que los territorios les pertenecían legalmente ya que el Tratado de Ryswick les había garantizado el status de estas posesiones.
Los franceses tras la ocupación del territorio occidental de la isla extendieron los límites a su antojo, provocando toda clase de conflictos entre las autoridades de las dos colonias en Santo Domingo, situación que se prolongó durante largo tiempo hasta culminar en la imperiosa necesidad del establecimiento de límites territoriales.

Tratado de Aranjuez (1777)
La frontera en la isla de Santo Domingo entre la parte francesa y la española fue establecida por el Tratado de Aranjuez, firmado en el 1777, en la provincia española del mismo nombre.

El tratado de Aranjuez firmado el 3 de junio de 1777 entre España y Francia estableció las fronteras entre los territorios español y francés en la isla de Santo Domingo, en el mar Caribe.
Este acuerdo fue firmado en Aranjuez (villa de la provincia de Madrid), interviniendo a nombre del Rey de España, José Moñino, Conde de Floridablanca y en representación del Rey de Francia, el Marqués de Ossún.
El Tratado de Aranjuez aseguró a Francia su posesión en Santo Domingo y le sirvió de apoyo para apoderarse más tarde de toda la isla mediante el Tratado de Basilea de 1795 que, aunque no se cumplió cabalmente, puso a Francia jurídicamente como única dueña de la isla.
Los artículos primero y segundo del Tratado de Aranjuez establecían los siguientes límites:
"Procediendo al cumplimiento del referido Tratado, empieza la línea de Demarcación de Límites en la Costa del Norte de esta isla y boca del río Pedernales o Riviere des Anses a Pitre, en cuyas orillas se han colocado las Pirámides que figura en el plano con las inscripciones de France-España, gravadas en piedra, y puestos los números extremos 1; 221: Todos los más se manifiestan claramente en el Plano según su colocación. Se presupone, y entiende por derecha o izquierda de la Línea de la de los comisarios en su marcha, y en los ríos, y arroyos, la de su corriente saliendo de su origen..." (Antonio Del Monte y Tejada: "Historia de Santo Domingo", Tomo III. Tercera Edición, Biblioteca Dominicana; Serie I, vol. III, Ciudad Trujillo, República Dominicana, 1953, pág. 93).
Con la firma de este tratado concluyó la litis legal sobre los límites fronterizos pero no terminaron los problemas de coexistencia de dos colonias tan diferentes como la oriental y la occidental.
Antecedentes
La ocupación de la parte occidental de la isla de Santo Domingo fue un proceso lento de penetración alentado por Francia desde finales del siglo XVII a través de bucaneros y filibusteros que luchaban contra una España en decadencia que se vio obligada a reconocer jurídicamente, mediante la firma del Tratado de Ryswick, el asentamiento de Francia en la parte Oeste de Santo Domingo, una posesión que en verdad no le pertenecía a Francia.
La ascensión al trono español en 1701 de Felipe V, nieto del monarca francés Luis XIV, trajo como consecuencia que, al estar ligado al trono de Francia, sirviera de forma indirecta a los intereses franceses en América.
La presencia de un monarca francés en el trono de España se tradujo en Santo Domingo en una política de tolerancia hacia los vecinos franceses que desde 1697 argumentaban que los territorios les pertenecían legalmente ya que el Tratado de Ryswick les había garantizado el status de estas posesiones.
Los franceses tras la ocupación del territorio occidental de la isla extendieron los límites a su antojo, provocando toda clase de conflictos entre las autoridades de las dos colonias en Santo Domingo, situación que se prolongó durante largo tiempo hasta culminar en la imperiosa necesidad del establecimiento de límites territoriales. 

Fin del periodo colonial

La lucha por la independencia en Haití se desarrolló en varias etapas. En la primera, los grandes terratenientes, los esclavos, los comerciantes y los blancos pobres se solidarizaron con el movimiento revolucionario que había estallado en la metrópoli, la revolución francesa, y formaron una asamblea local, que reivindicaba el fin del pacto colonial. En una segunda etapa, los mulatos libres comenzaron a apoyar la revolución francesa que ocurría en París, creyendo que con eso obtendrían de los blancos residentes en la colonia la plena igualdad de derechos para los hombres libres, independientemente del color. En 1790 los plantadores blancos reprimieron las reivindicaciones de los libertos (negros, mulatos y mestizos). Y estos no tuvieron otra alternativa que aliarse a los sublevados.
Dessalines, el 1 de enero de 1804 venció definitivamente a las tropas francesas en la batalla de Vertieres el 18 de noviembre. Los vencedores declararon, el 1 de enero de 1804 en toda la isla la república independiente de Haití.
En la parte occidental de habla francesa de la isla, actual Haití, las tropas francesas a pesar de los refuerzos no habían tenido éxito. El general Leclerc halló la muerte en la contienda, y sus generales, oficiales, tropas y marinos, excepto algunos que lograron huir a Cuba, perecieron.
Dessalines puesto al mando de las tropas del sur de Saint-Domingue por Francia, luego que Toussaint fuera detenido y enviado a Francia y con la llegada de noticias del restablecimiento de la esclavitud en otras colonias francesas, organiza en octubre de 1802 un amotinamiento contra las fuerzas francesas a las que vence en la batalla de Vertieres en 1803 y los expulsa de la isla.13
En su gobierno intentó restablecer la economía de las plantaciones mediante un sistema de trabajo forzoso. Es traicionado y asesinado en 1806 por sus colaboradores, Alexandre Pétion y Henri Christophe, quienes se dividen el país.14 Este golpe de Estado fue promovido por sectores acomodados, que previamente le habían apoyado, a causa de haber promulgado una ley de reforma agraria con características revolucionarias.15
De esta forma la isla de Santo Domingo con el nombre de Haití se transformó en la segunda nación americana en independizarse, después de los Estados Unidos, y considerándose la primera república negra del mundo y una de las pocas rebeliones de esclavos, terminada exitosamente.
Esta catástrofe para Francia, supuso la muerte de más de 25 000 hombres del ejército francés. Fue debida tanto a las enfermedades, como a las derrotas en los enfrentamientos contra los rebeldes haitianos.
Siguiendo los pasos de Napoleón, Dessalines se proclamó emperador de Haití, bajo el nombre de Jacques I siendo coronado por el arzobispo Cornejo Breille, el 20 de septiembre de 1804, abarcando nominalmente toda la isla.
En 1805, Dessalines, tras coronarse emperador, invadió la parte oriental bajo soberanía francesa con un ejército de 25 000 hombres
Dessalines ordenó al general Henri Christophe que enviara una comisión a los habitantes del este para que permitiesen el paso de su ejército de 25 000 hombres hacia la ciudad de Santo Domingo. El propio Dessalines encabezaría otro por el sur.
En las poblaciones existían fuerzas armadas de carácter de cuerpo auxiliar del orden público en el ámbito rural, destinadas a proteger los dominios de los grandes propietarios. Alrededor de doscientos vecinos de Santiago, mandados por Reinoso del Orbe, decidieron luchar contra las tropas de Christophe, pero la ciudad cayó en sus manos, fue quemada y los prisioneros degollados. El gobernador francés Jean-Louis Ferrand se aprestó a defender su plaza en la ciudad de Santo Domingo. El 8 de marzo de 1805, Dessalines puso sitio a esta ciudad. El asedio duró tres semanas, en cuyo transcurso una escuadra naval francesa que navegaba por el Caribe llegó a la ciudad. Viendo que dos fragatas continuaban hacia el oeste, Dessalines creyó que se dirigían a Cap-Français y levantó el asedio para ir a defender el oeste del posible desembarco. Durante su retirada a través del Cibao, el ejército de Haití saqueó e incendió las poblaciones de Santiago de los Caballeros y Moca, Monte Plata, Cotuí y Concepción de La Vega, matando y pasando a cuchillo a la mayoría de sus vecinos.
La capitulación definitiva de la asediada ciudad de Santo Domingo fue el 9 de julio de 1809, con la ayuda de la Marina Real Británica. En la capital Santo Domingo, al recibirse la noticia del desembarco, se alzó el pueblo y obligó a capitular a los franceses. Poco después, tras la rendición de los administradores franceses, el gobernador francés Ferrand se quita la vida de un balazo, poniendo fin a la colonia francesa de Saint-Domingue. Las tropas inglesas ocuparon la ciudad de Santo Domingo hasta agosto, y la parte oriental volvió a ser nominalmente colonia de España con escasa o nula intervención metropolitana en los asuntos de la colonia, lo que duró hasta 1821. Haití había permanecido al margen del conflicto, siendo el más beneficiado con la situación imperante pues eso evitó que tanto españoles como franceses intentasen hacerse con el control de la isla. Este tipo de actuaciones de los propietarios de las plantaciones de origen español y francés, para proteger sus inversiones se produjo varias veces en la República Dominicana en los decenios siguientes, llegando a unir de nuevo la isla a España durante 2 años de 1863 a 1865.
El líder de la revuelta, Juan Sánchez Ramírez, se convirtió en el nuevo gobernador español de la Capitanía General de Santo Domingo en 1809, iniciando una era conocida en la historiografía dominicana, como la España Boba, en la cual en la práctica eran independientes de la metrópoli.

Las devastaciones de osorio


Resultado de imagen para devastaciones de osorioHistóricamente se conoce como las Devastaciones de Osorio la orden del rey de España Felipe III al gobernador de La Española (en ese entonces Antonio de Osorio), de despoblar la parte occidental de la isla para trasladarla hacia la parte cercana de Santo Domingo entre 1605 y 1606 como forma de aniquilar el contrabando en la zona.1 2

Tan importante llegó a ser el contrabando en La Española que a comienzos del siglo XVII la mayor parte de su producción era adquirida por francesesingleses y holandeses y, en menor medida, portugueses, los cuales atracaban sus barcos lo más lejos posible de la ciudad de Santo Domingo donde se asentaba la burocracia real.
Las zonas preferidas eran la norte y la occidental con los puertos de Puerto PlataMonte Cristi, Bayajá y La Yaguana donde el comercio ilegal llegó a tener un carácter regular y la anuencia y complicidad de las propias autoridades locales. Los propietarios de los hatos ganaderos radicados en el resto de la isla (incluidos los de la ciudad de Santo Domingo) preferían llevar sus reses hasta esas zonas y vender sus cueros a los contrabandistas ya que recibían un mejor precio.
El contrabando perjudicaba a la Corona Española y la penetración cultural y religiosa luterana con la introducción de Biblias protestantes que se verificaron en la Banda del Norte (la región del contrabando), donde se efectuaban bautizos protestantes con padrinos extranjeros, siendo la causa de las devastaciones.2
Los franceses aprovecharon las devastaciones y a través de la Compañía de las Indias Occidentales, se apoderaron de la isla de la Tortuga y establecieron un dominio absoluto expulsando a los demás grupos de aventureros. Más tarde iniciaron un proceso de migración hacia la parte oeste de la isla de Santo Domingo que, finalmente, se convertiría en la colonia francesa Saint-Domingue (hoy Haití).

Practica de los gobiernos coloniales

Los gobiernos coloniales. En cuanto a los gobiernos coloniales, éste fue ejercido en orden cronológico por los siguientes gobernadores:



Los primeros: 1) Don Cristóbal Colón y sus representantes (12 diciembre de 1492-23 de agosto de 1500); sus representantes fueron: a) Diego de Arana (4 de enero de 1493-septiembre de 1493); b) Junta de Gobierno de la Isabela: Diego Colón, Presidente; Fray Bernardo Buil; Pedro Hernández Coronel; Alonso Sánchez Carvajal y Juan de Leján (24 de abril de 1494-29 de septiembre de 1494); c) Bartolomé Colón (17 de febrero de 1496-30 de agosto de 1498); el propio Almirante (1498-1500).

2) Don Francisco de Bobadilla (25 de agosto de 1500-15 de abril de 1502).

3) Don Frey Nicolás de Ovando, Caballero de la Orden de Alcántara (15 de abril de 1502-10 de julio de 1509), fue nombrado Gobernador de las Indias en 3 de septiembre de 1501, cuando fueron designados además, cuatro nuevos funcionarios: un tesorero, un contador, un factor y un Veedor. Las primeras noticias sobre el nombramiento de Frey Nicolás de Ovando en el gobierno de la Isla se producen en septiembre de 1501. En 1502 Ovando organizó una expedición con 30 naves -cinco naos de 90 a 150 toneladas, 24 carabelas y un barco, que podría ser una carabela latina, un carabelón o una barca cantábrica-, y 2,500 hombres -entre marineros, soldados y colonos-, siendo este el mayor número de colonizadores que se trasladaron a América en un solo viaje en todo el siglo XVI.

En La Española, Ovando desarrolló dos acciones de guerra en contra de los indios: la de Jaragua (1503), y la de Higüey, logrando pleno dominio de todos los territorios de la Isla, procediendo a su poblamiento mediante la construcción de unas 18 villas y ciudades durante su gestión de gobierno (1501-1509), estas fueron: Santo Domingo de Guzmán reconstruida en la margen occidental del río Ozama, incluyendo la construcción de la fortaleza del Homenaje, La Fuerza, el hospital San Nicolás de Bari, el convento de San Francisco, y otras edificaciones levantadas en la primera urbe del Nuevo Mundo; otras villas levantadas fueron: Santa Cruz de Ycayagua o Santa Cruz del Seybo (hoy El Seybo), Salvaleón de Higüey, Buenaventura, Bonao, La Mejorada del Cotoi o Cotui, La Concepción de La Vega (La Vega Vieja), Santiago de los Caballeros (Jacagua), San Fernando de Monte Cristi, Puerto Plata, Azua de La Compostela, San Juan de la Maguana, Puerto Real de Bayajá, Lares de Guaba (hoy Hincha), Santa María del Puerto de La Yaguana (Leoganne), Santa María de La Verapaz, Villanueva de Yáquimo (Jacmel), y Salvatierra de La Sabana.

En 1503 Ovando organiza en La Española una exhibición de indios y loros, y él introduce en la Isla de los primeros esclavos negros, aunque también contó con conquistadores negros, tal el caso de Juan Mejía, quien fue encomendero en Santo Domingo y en Puerto Rico. Ovando puso a producir la Isla, y a tales fines organizó tres actividades productivas fundamentales: la producción de oro o coto minero, la ganadería (vacuna y caballar), y la agricultura, principalmente de hortalizas, e impuso a los indios un férreo régimen laboral (las encomiendas). La expansión española hacía el resto del continente, fue, en cierta medida obra de este gobierno. En su calidad de gobernador de Indias Ovando alentó algunas exploraciones y personalmente dirigió desde Santo Domingo el proceso de conquista de la isla vecina de Puerto Rico, enviando a esa las huestes de Juan Ponce de León, el terrible conquistador de Borinquen.

4) Tras Ovando gobernó el hijo del Almirante, Don Diego Colón, titulado Virrey de las Indias (sin desempeñar tales funciones), y Segundo Almirante por nombramiento del 29 de octubre de 1508 (10 de julio de 1509-15 de abril de 1515); él continúa la explotación de los yacimientos de oro; fomentó nuevas construcciones urbanas; realizó un importante repartimiento nominal de indios en 1512, y costeó los gastos de la expedición de Diego Velázquez hacia Cuba en 1511, siendo sustituido por el gobierno interino de Cristóbal Lebrón en 1515.

Durante su gestión los indígenas fueron rápidamente objeto de una política de explotación inmisericorde, por lo cual, su exterminio fue rápido, a pesar de las disposiciones legales para frenar el genocidio y las iniciativas sacerdotales en tal sentido. Entre estos esfuerzos, dignos de mención, se encuentran, los sermones de Montesinos, principalmente el que pronunció en la iglesia catedral de Santo Domingo el cuarto domingo de Adviento en diciembre de 1511 en presencia de la burocracia colonial de la Isla, y frente al gobernador don Diego Colón, denunciando los maltratos, y abusos contra los indígenas, por lo cual, debido a la protesta del gobernador ante el Superior de Montesinos, Fray Alonso de Loaysa, éste, en una comunicación oficial de su Orden amonestó al valiente sacerdote en fecha 23 de marzo de 1512.